"...No hay ningún realismo, entonces, cuando se les pide a los pueblos que acepten la nueva realidad, dado que "no queda otra". Lo que se les está pidiendo es que crean en la nueva –aunque ya bastante vieja– utopía liberal. Ellos sí que son realistas porque piden lo imposible. Sólo que ahora ya no se trata de la utopía de los pobres sino de la utopía de los ricos. Y estos nuevos sacerdotes ni siquiera nos ahorran las cruzadas hacia el santo sepulcro del petróleo en nombre del libre mercado, la prosperidad y la democracia. Los realistas formulan, así, una demanda paradójica: nos piden que aceptemos esta realidad, porque no queda otra, pero nos previenen que todavía no es ésta, que aún estamos en las preliminares, que esto no es sino el pálido reflejo de lo que va a venir: el verdadero capitalismo, puro y despojado de todas las corruptelas y residuos del pasado, el capitalismo serio..."
<< Home